EL MUNDO

12 diciembre 2022

 

"La mayor parte del progreso alcanzado en la longevidad se debe a los fármacos"

Naiara Brocal

 

Frank Lichtenberg es una referencia mundial en el cálculo del valor que aportan los nuevos medicamentos a la sociedad. Investiga su impacto y los ahorros en costes directos e indirectos que traen consigo las innovaciones farmacéuticas cuando llegan al mercado

 

¿Cuál es el valor que aportan los nuevos medicamentos a la sociedad? El economista estadounidense Frank Lichtenberg (Nueva York, 1951) lleva casi treinta años haciendo ese cálculo, analizando el impacto de la innovación farmacéutica en la longevidad, el ahorro sanitario y la productividad laboral, entre otros factores. Según sus estimaciones, nada menos que el 73% del incremento de la esperanza de vida que han experimentado los países desarrollados en la primera década de este siglo se debe a los nuevos medicamentos que han llegado al mercado durante ese periodo de tiempo.

 

Otro de los trabajos más citados de este profesor de la Universidad de Columbia de Nueva York e investigador de la Oficina Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos señala que por cada euro de gasto en nuevos fármacos, se consigue un ahorro directo en otras prestaciones sanitarias de entre 2,3 y 7,2 euros. Toda una inversión.

 

Lichtenberg es uno de los autores más prolíficos en la investigación acerca de los ahorros en costes directos e indirectos que traen consigo las innovaciones farmacéuticas. Más de 150 publicaciones llevan su firma y ha colaborado con más de veinte instituciones académicas. Además, ha actuado como asesor para la Comisión Federal de Comercio, el Departamento de Justicia de Estados Unidos y varios fiscales generales estatales.

 

Hace unas semanas, estuvo en Madrid para presentar un nuevo estudio sobre el impacto de los nuevos tratamientos oncológicos en los pacientes con cáncer españoles en la sede de la Fundación Ramón Areces.

 

La investigación, realizada a instancias de la patronal Farmaindustria -la Asociación Nacional Empresarial de la Industria Farmacéutica- ha analizado el periodo comprendido entre 1999 y 2016 y llega a conclusiones no menos llamativas que las anteriores. Sus datos señalan que durante estos 17 años, la comercialización de nuevos medicamentos y terapias oncológicas aumentó en 2,77 años la esperanza de vida de los pacientes con cáncer en nuestro país. El estudio establece además que el 96% del aumento de la esperanza de vida en cáncer en España en este periodo se debe directamente a la llegada de nuevos medicamentos. Solo en 2016, señala el texto, este efecto en la supervivencia se tradujo en 42.132 muertes menos, lo que supone una reducción del 29,2% en el número de fallecimientos.

 

La oncología, señala Lichtenberg en una charla con este periódicos, «ha sido un área en la que ha habido más innovación que en otras enfermedades en los últimos 20 o 30 años». Pero no es el único ejemplo de cómo la innovación farmacéutica ha cambiado en los últimos tiempos las reglas del juego en el ámbito de la salud. Lo sucedido con el VIH también es un caso paradigmático, afirma. «Cuando la epidemia de VIH comenzó a principios de los 80 y hasta mediados de los 90 hubo un aumento terrible en el número de muertes. Pero luego se introdujeron nuevos fármacos y nuevas clases de medicamentos y, desde entonces, el VIH se ha convertido en una especie de enfermedad crónica en lugar de una enfermedad mortal», subraya.

 

Y añade otros ejemplos que también han marcado un antes y un después. «También he estudiado las enfermedades cardiovasculares en Suiza y en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y he descubierto que los medicamentos cardiovasculares también han tenido un gran impacto, y diría que han sido muy importantes», remarca.

 

Un impacto clave

Según sus investigaciones, la innovación farmacológica, el desarrollo de nuevas terapias y tratamientos ha tenido un peso mucho más importante que otras intervenciones sanitarias, como los avances en el diagnóstico precoz, a la hora de proporcionar mejoras sustanciales en el aumento de la esperanza de vida que han experimentado los países de altos ingresos en la década que va de 2006 a 2016.

 

«Probablemente son el eje impulsor más importante, más que otros tipos de atención médica. Porque mucho de lo que impulsa el progreso es la investigación y el desarrollo, y la mayor parte de la investigación biomédica se basa en nuevos tratamientos, por lo que es de esperar que los medicamentos tengan un papel desproporcionado y expliquen una parte muy significativa, quizás la mayor parte, del progreso alcanzado en la longevidad», afirma, convencido, Lichtenberg que, además, se muestra optimista con respecto a lo que traerá el futuro.

 

«No veo ninguna razón por la que no debamos seguir asistiendo a avances importantes en la longevidad a partir de los nuevos medicamentos que llegarán en los próximos cinco o 10 años. Creo que la tendencia continuará», enfatiza.

 

En general, la investigación del estadounidense dibuja una imagen tremendamente positiva de la contribución de los nuevos medicamentos a la sociedad. Su fotografía es mucho más deslumbrante y halagadora para los fármacos que la que presentan otros análisis, como el del informe francés de referencia internacional Prescrire, que en 2019 evaluó los 108 nuevos medicamentos introducidos en Francia en ese año y concluyó que solo el 10% aportaban ventajas significativas sobre los ya existentes.

 

Lichtenberg explica así la divergencia de los análisis: «creo que es una cuestión de en qué tipo de evidencia se basan los resultados. Por un lado, puede basarse principalmente en datos de ensayos clínicos, mientras que los medicamentos pueden funcionar de manera diferente en el mundo real a como lo hicieron durante su desarrollo clínico. Por lo que ha habido un impulso cada vez mayor sobre usar datos del mundo real en lugar de la evidencia de los ensayos clínicos», señala.

 

Y añade: «también creo que hay desacuerdo, incluso entre los propios reguladores, incluida Francia, a la hora de hacer estas evaluaciones para determinar si un fármaco constituye un avance significativo o una mejora médica. Las autoridades francesas dicen que solo una pequeña parte de los nuevos medicamentos son realmente innovadores, pero la FDA otorga a aproximadamente la mitad de los nuevos medicamentos la revisión prioritaria, lo que significa que considera que ofrecen ventajas significativas sobre los medicamentos existentes, por lo que creo que hay una variedad de estimaciones sobre la importancia de los nuevos medicamentos y el impacto que tendrán».

 

Sobre el debate del elevado precio que tienen muchos fármacos, el investigador se muestra tajante: «puede haber precios altos, pero, al menos en Estados Unidos, los precios de los medicamentos y el gasto farmacéutico representan solo alrededor del 10% del gasto nacional en salud. Es un hecho que no es una gran parte del coste total de la atención médica. Por ejemplo, gastamos mucho más en atención hospitalaria que en medicamentos. Creo que deberíamos preocuparnos por el valor y la rentabilidad de los medicamentos y no simplemente mirar el precio», zanja.

 

Pero, ¿cómo conjugar el beneficio a largo plazo con el precio de los medicamentos en el corto, que tiende a ser cada vez más alto? En este sentido, el economista concede que los precios de los medicamentos aumentan, «aunque hay que tener en cuenta la competencia de los genéricos. Una vez que los genéricos ingresan en el mercado, el precio promedio del medicamento, incluida la marca, baja aproximadamente un 60%. Si bien los medicamentos patentados, los más o menos nuevos, son relativamente caros, el precio se reduce significativamente después de la expiración de la patente».

 

«Es cierto que, especialmente para enfermedades raras, hay algunos medicamentos nuevos muy, muy caros. Sin embargo, no van a tener un gran impacto en el panorama general debido a que el tamaño de los mercados para esos medicamentos es muy pequeño, lo que a su vez ayuda a explicar por qué los precios son tan elevados. Por tanto, si solo una pequeña fracción de la población está tomando esos medicamentos, el impacto en el gasto nacional farmacéutico no va a ser muy grande», añade el economista.

 

Lichtenberg no quiere pronunciarse sobre cuál es el país que ha conseguido ser más exitoso que el resto en la búsqueda de una fórmula para determinar el valor de la innovación que ayude a decidir qué medicamentos tienen que estar en el mercado con un precio adecuado. Lo único que desliza es que, en su opinión, «permitir la competencia en los mercados farmacéuticos es deseable y eso a menudo puede regular la fijación de precios. Si una compañía tiene un nuevo medicamento para una enfermedad y luego otras compañías ingresan al mercado, la competencia puede desempeñar un papel útil para moderar los aumentos de precios de los medicamentos y evitar que suban demasiado».

 

El único mensaje que lanza a las administraciones sobre cómo invertir en los mejores fármacos disponibles es este: «la mayoría de los medicamentos son para enfermedades crónicas y su beneficio no es instantáneo. Para evaluar realmente el valor de los nuevos medicamentos es necesario tener una perspectiva a más largo plazo. En enfermedades cardiovasculares, los pacientes con hipertensión, hiperlipidemia u otras afecciones necesitan tomar tratamientos durante un periodo prolongado y, para poder decir cuál es el impacto en su esperanza de vida, tendríamos que poder seguirlos durante bastante tiempo. Lo mismo sucede con la diabetes»

 

Tampoco termina de pronunciarse el economista estadounidense ante la pregunta de si, dados los altos beneficios de los nuevos medicamentos en cáncer hallados en sus estudios, en España podemos estar tranquilos en cuanto a si estamos obteniendo buena parte del valor de los nuevos medicamentos. «La verdad es que no he hecho la comparación internacional entre diferentes países, incluida España, para ver qué medicamentos están disponibles en cada uno de ellos, qué enfermedades tratan esos nuevos medicamentos para luego poder comparar los resultados relativos de esas enfermedades en el país y el acceso relativo a los medicamentos», señala. Y deja entrever algún plan para el futuro: «creo que ese sería un proyecto interesante que se puede poner en marcha».